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En Reconocimiento: Anita Fischer

Décadas de generosidad y visión

Santiago, Chile

Anita Fischer, líder y activista de Keren Hayesod desde hace muchos años en Chile, es un modelo a seguir para todos y cada uno de los miembros de Keren Hayesod dondequiera que se encuentre. Anita, receptora del Premio Yakir Keren Hayesod en 2002, viaja con frecuencia a Israel, donde residen familiares cercanos. La entrevistamos durante una de sus estancias aquí y captamos nuevos detalles sobre su vida, las razones de su involucramiento y sobre su visión del Estado de Israel y del Pueblo Judío.

“Nací en Santiago de Chile de padres que emigraron de sus respectivas aldeas ucranianas. Ambos tenían hermanos y familiares que ya se habían establecido en Chile, por lo que ´su aterrizaje´ fue algo más fácil. Creo haber sido realmente afortunada porque no tengo conocimiento de que algún miembro de las familias de mis padres haya sido víctima de la Shoá. La mayoría ya habían salido antes del estallido de la guerra y los que no lo hicieron, sobrevivieron para finalmente abandonar la ex Unión Soviética después de su desintegración. Crecí en el seno de una familia judía y sionista muy tradicional; mis dos padres fueron activos en la comunidad y yo misma me involucré a una edad temprana”.

Anita Fisher
Seminario de la División Femenina Internacional en Budapest, junio de 2014. De izq. a der.: Sra. Yona Pollak, de Chile; Ilán Mor, Embajador de Israel en Hungría; Sra. Anita Fischer y Sra. Victoria Reimers, Presidenta Honoraria de la DFI.

La conexión de la familia con Keren Hayesod no comenzó con Anita. “Mi padre era  activista en la Federación Sionista y era la persona de enlace con Keren Hayesod. Mi madre fue una de las fundadoras de la WIZO en Chile y miembro de su primer ejecutivo, por lo que el activismos sionista es realmente parte de mi ADN”.

“Crecí escuchando sobre la vida en Ucrania, lo que significaban pogromos, discriminación y privaciones de todo tipo,” agrega Anita: “Entonces comenzó la Segunda Guerra Mundial. Todavía lo recuerdo vívidamente. Nos sentíamos profundamente conectados con lo que estaba pasando, si bien no teníamos mucha información. Finalmente, cuando supimos lo sucedido y la magnitud de la tragedia, nuestro compromiso con el judaísmo y con el sionismo se profundizó aún más”.

El nacimiento del Estado de Israel en 1948 tuvo un impacto directo en ella y en todos sus compañeros judíos en Chile. “El día de la votación del Plan de Partición de la ONU, el 29 de noviembre de 1947, fue un día dramático. Recuerdo claramente como nos sentamos alrededor de la radio, contando cada “sí”. Luego, el 14 de mayo de 1948, con la proclamación de la independencia, se organizó una gran fiesta en el Centro Comunitario Judío. Uno de mis amigos más cercanos se casó en aquel período e hizo aliá por el Hashomer Hatzair y estuvo entre los fundadores del kibutz Ramot Menashé. Desde el primer día todos sentimos que teníamos una deuda personal hacia el estado recién nacido. El Estado de Israel nos devolvió el sentido de seguridad, de dignidad, de futuro y una perspectiva más positiva del mundo”.

Anita se involucró en las actividades de Keren Hayesod a través de una amiga a quien la esposa del embajador se dirigió para proponerle crear la División Femenina de Keren Hayesod en Chile. “Me tomo las cosas muy en serio, así que decidí volcarme a ello. Organizamos seminarios y talleres y logramos darnos a conocer y ser incluidas entre las instituciones comunitarias. No fue una tarea fácil, pero logramos buenos resultados, porque la gente percibió que éramos sinceras y serias”, dice con una sonrisa.

A principios de la década de los 90, Anita asumió la presidencia de la División Femenina local. Muy pronto se integró al directorio de Keren Hayesod de Chile, del cual fue vicepresidenta y, en 2000, fue electa presidenta de la campaña general.  En 2006 fue nominada a la Junta de Gobernadores de la Agencia Judía para Israel, de la que aún es miembro.

Cuando se le preguntó acerca de la comunidad judía local, dijo: “Tenemos una comunidad vibrante de aproximadamente 15.000 miembros. La mayoría de los judíos no muy observantes, pero todos tenemos un sentido de pertenencia. Los primeros judíos que llegaron a Chile fueron familias sefaradíes procedentes de Turquía, Grecia y Macedonia, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Se asentaron en ciudades del sur del país y en una ellas aún podemos visitar la hermosa primera sinagoga construida en Chile. Posteriormente, antes y después de la Primera Guerra Mundial, llegaron los judíos de Rusia, Polonia, Besarabia y Ucrania, que se establecieron principalmente en Santiago, la ciudad capital del país. En los años 30 llegaron los judíos de Alemania y Austria (Chile fue uno de los pocos países que permitieron la entrada de judíos en aquellos años) y, finalmente, después de la Segunda Guerra Mundial, llegaron los sobrevivientes de Hungría. A la postre, todos se mezclaron, excepto los ortodoxos, que componen una comunidad en crecimiento entre nosotros. Tenemos dos escuelas, el Club Deportivo Macabi, un Centro Comunitario integrativo, una WIZO muy fuerte, dos periódicos semanales, una revista mensual y una institución central que cobija a todas las organizaciones de la comunidad”.

Anita Fisher
Anita Fisher

“Todos los años, desde hace más de 30 años,” agrega, “el actual Presidente o un miembro del gobierno en su representación concurre a la sinagoga en Rosh Hashaná. También se realiza una fiesta de Janucá en la Casa de Gobierno, que cuenta con un capellán judío permanente”.

A medida que nos acercamos al final de nuestra entrevista, Anita habla sobre las actividades de Keren Hayesod y el futuro de nuestra organización. “No es fácil crear un compromiso con Keren Hayesod y transmitir el sentido de la centralidad del Estado de Israel en la vida judía. Tenemos que abrirles las puertas a los jóvenes e incentivarlos a que se involucren en las actividades de Keren Hayesod en particular y en las organizaciones sionistas en general. Tienen que tomar la antorcha para revitalizar las instituciones. Tenemos la suerte de tener un excelente grupo de jóvenes líderes en Chile, pero no ocurre así en todos los países de América Latina. Quizás podríamos lograr resultados más exitosos impulsando iniciativas conjuntas en el continente, como lo hace con gran eficacia el Consejo Chileno – Israelí”.

“La llave del éxito”, enfatiza Anita, “radica en fortalecer a la próxima generación, la que conducirá a la comunidad judía en el futuro. Hay algo muy particular en el Pueblo Judío, que no se puede explicar de manera lógica: cómo logramos renacer una y otra vez. No todos nuestros jóvenes perciben la llamada. Hay que identificar a aquellos que están dispuestos a responder, como lo hice yo en mi época”.

Al despedirnos de esta increíble mujer, nos invade un sentimiento de orgullo por poder contarla entre los líderes de Keren Hayesod y le agradecemos por décadas de generosidad, dedicación y visión. ¡Le deseamos muchos años más de buena salud y felicidad junto a sus seres queridos, y que pueda seguir actuando en favor de Keren Hayesod, del Estado de Israel y del Pueblo Judío!