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La inspiradora historia de Vadim, un médico nuevo inmigrante.

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Keren Hayesod homenajea a los hombres y mujeres que estuvieron en la línea del frente por la pandemia.

Finalmente, gracias al masivo y efectivo uso de las vacunas, los israelíes pueden disfrutar al aire libre sin sus máscaras. Mientras celebramos esta victoria, saludamos a los hombres y mujeres que estuvieron en la primera línea del frente, que han servido y continúan sirviendo a nuestro país.

Vadim Dolgin, de 37 años, es un nuevo inmigrante procedente de Moscú, especializado en medicina preventiva. El año pasado, cuando la pandemia llegó a Israel, Vadim estaba en el medio de sus estudios en la Universidad de Ben Gurión para obtener el doctorado en genética.

Vadim resume así su experiencia durante este último año:

“En Moscú me gradué en medicina con especialización en epidemiología. Tengo experiencia en investigación de virus. Cuando comenzó la pandemia, el Hospital Soroka en Beer Sheva buscaba empleados y voluntarios para su laboratorio de investigación del coronavirus. Yo me presenté y me aceptaron”.

“La experiencia del último año ha sido una locura. Todo era nuevo. Pasamos por varias etapas con total incertidumbre. Hoy sabemos más sobre el virus, cómo comportarnos, cómo protegernos y cómo prevenir la infección. Todos los días aprendo algo nuevo y estoy encantado de tener la oportunidad de trabajar en un laboratorio donde se están realizando investigaciones al respecto. Esta experiencia continúa. Es una época muy desafiante y a la vez muy fascinante”.

Vadim, que emigró de Rusia, ha sufrido de una experiencia previa que le cambió el curso de su vida. Lamentablemente, hace nueve años atrás falleció su esposa y tuvo que criar, él solo, a su hija que tenía apenas un año y cuatro meses de edad.

“Mi esposa y yo compartíamos un sueño: emigrar juntos a Israel. Visitamos Israel antes y nos sentimos conectados con la naturaleza, con el mar y con la gente. Desafortunadamente, tuve que realizar ese sueño yo solo”

En diciembre de 2013, Vadim y su hija emigraron en el marco del programa “Primer Hogar en la Patria” y llegaron al kibutz Mashabei Sadé. Vadim y su hija todavía residen en el kibutz.

“La Agencia Judía y el Ministerio de Aliá y Absorción nos han ayudado mucho. Nos apoyaron a mí y a mi hija en todos los aspectos educativos. También fueron un factor determinante para que yo pudiera encontrar trabajo”.

“Me siento muy feliz de vivir en Israel. A veces hace mucho calor aquí en el verano y no es fácil adaptarse para quienes vienen de países más fríos. Pero este es un país que ofrece una vida de alto nivel. Mi madre está aún en Rusia, y no nos hemos visto personalmente desde hace más de un año, pero gracias al Zoom, estamos en contacto diariamente. Mi madre y mi hija hacen lecciones de matemáticas juntas todos los días y leen libros en ruso. La conexión entre ellas ha crecido enormemente durante este período de contacto a través del Zoom, un rayo de luz durante estos tiempos tan difíciles”.

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