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De Canadá a Israel y luego a Uganda con un propósito más grande

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Orah, una nueva inmigrante de Canadá, tuvo la oportunidad de ir a Uganda como parte del proyecto TEN para trabajar con niños y jóvenes para mejorar su comunidad local, una experiencia “empoderadora” y “asombrosa”.

Orah, de 22 años, hizo Aliá de Canadá cuando tenía ocho años y vive en Jerusalén. Ella supo después de terminar su Sherut Leumi (servicio nacional alternativo al servicio en las Fuerzas de Defensa de Israel) en Israel, que quería viajar a África y ser voluntaria. Decidió entonces postularse para ser parte del proyecto TEN, un programa que combina el voluntariado con el aprendizaje, y, que ha podido llevarse a cabo gracias al apoyo de Keren Hayesod en asociación con la Agencia Judía para Israel.

Me inscribí en 2019 para participar en 2020, pero luego llegó el COVID a nuestras vidas y retrasó todo“, dijo Orah. “Finalmente, aproximadamente un año después de inscribirme, me dijeron que el grupo podía viajar, entonces aproveché la oportunidad“.

Específicamente, Orah estaba interesada en ser voluntaria en el centro TEN de Uganda.

Escuché sobre la cultura de Uganda, que la gente era muy amigable y quería estar en el área de África Oriental“, dijo Orah. “Durante mi primer año de Sherut Leumi, fui mentora en una aldea agrícola para jóvenes. Tenía un estudiante que era de Kenia y nuestra relación realmente me abrió la mente a la idea de ir a África”.

Orah llegó a Uganda a finales de enero de 2021. Normalmente, los participantes del proyecto TEN trabajan con escuelas y los estudiantes vienen al centro TEN. Debido al COVID los niños se encontraban encerrados en sus casas, entonces Orah y sus compañeros voluntarios los sacaron de sus hogares y los llevaron al centro TEN para realizar las actividades regularmente.

Durante una de las primeras actividades que coordinaron los voluntarios, los niños hicieron un proyecto de arte.
Los niños necesitaban recortar cosas y algunos niños no sabían cómo usar las tijeras. Pero al final de nuestro tiempo allí, los niños lograron hacer este tipo de actividades con diferentes instrumentos de trabajo manual y mucho más”, dijo Orah. “Y muchos de ellos nos escribieron cartas para agradecernos“.

En la última etapa del programa, lo que realmente hizo que la experiencia del proyecto TEN fuera única para Orah, fue la colaboración real con organizaciones locales.

Lo que hace tan especial este proyecto, es que no solo entramos a trabajar en una comunidad y tratamos de mejorar las cosas. Especialmente en África, no era como si fuéramos los blancos invadiendo su terreno; trabajamos juntos, con la gente local y realmente nos asociamos con ellos para mejorar su comunidad”, compartió Orah.

El aspecto de aprendizaje del proyecto TEN también marcó una gran diferencia.
Además del voluntariado, estudiamos mucho. Cuando aprendes sobre la cultura de una comunidad, realmente puedes comprenderla. En Uganda, la gente local también quería saber sobre nuestra cultura, así que realmente aprendimos los unos de los otros”, reflexionó Orah. “Con el tiempo, desarrollamos conexiones reales y significativas. Fue muy humilde y nos dio una perspectiva a los voluntarios”.

Para mí, el proyecto TEN hizo que no solo me preocupara por algo, sino que quisiera ser activa al respecto. Trabajar junto con otras personas para un propósito más grande fue simplemente empoderador”, agregó Orah. “Fue una experiencia realmente asombrosa y la recordaré para siempre“.

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